Rehabilitación Iglesia de San Francisco. Lorca. Murcia.

Archivo de  Resolucion Emergencias San Francisco

Articulo Periodico La Verdad de Murcia al finalizar los trabajos de rehabilitación de la Iglesia de San Francisco de 16-03-2012

 

La iglesia de San Francisco recupera el esplendor de antes de los terremotos

La iglesia de San Francisco, sede religiosa de la Hermandad de Labradores, Paso Azul, gravemente dañada por los terremotos de mayo pasado, reabrirá sus puertas el domingo una vez finalizados los trabajos de restauración que hacen que la seguridad del templo esté garantizada «al cien por cien», según ha dijo ayer el presidente de la hermandad, José Antonio Ruiz.

Mientras operarios de una empresa especializada repasaban el estado de la portada en piedra del templo y en el interior se ultimaba el pulimentado y abrillantado del suelo de mármol, ayer se mostró el resultado de su restauración a autoridades y periodistas.
La reapertura oficial del templo se hará el domingo con la entrada en la iglesia de las imágenes titulares del Paso Azul, la Santísima Virgen de los Dolores, el Cristo de la Coronación de Espinas y el Cristo de la Buena Muerte, que tuvieron que ser evacuadas de la iglesia el 11 de mayo hasta la Casa Museo del Paso Azul, donde han permanecido desde entonces.
Una eucaristía de acción de gracias y en memoria del presidente de honor del Paso Azul, Joaquín Gimeno Mouliaá, recientemente fallecido servirán para devolver a esta iglesia a la actividad propia de los preparativos de la Semana Santa, para los que será plenamente operativa, según destacó Ruiz.
S-n Francisco, construida en el siglo XVI y declarada Bien de Interés Cultural en 1982, será la primera iglesia que reabra sus puertas en la ciudad tras los seísmos que le causaron, junto al convento franciscano anexo, daños por más de 7,7 millones de euros.
Aunque en principio estaba previsto que en su interior se evitaran actos multitudinarios y que se restringiera el acceso en algunas celebraciones, estas prevenciones finalmente no serán necesarias dadas las condiciones de estabilidad de la iglesia, según expresó el presidente del Paso Azul.
La concejal de Cultura, Sandra Martínez, resaltó que su apertura permitirá al Paso Azul, una de las dos cofradías más importantes de la ciudad, «celebrar los actos de la Semana Santa garantizado la seguridad y la normalidad».
Las obras realizadas hasta ahora han precisado una inversión de 1,9 millones de euros, en su mayor parte de fondos estatales, y han permitido el «cosido» de la estructura del edificio en las pilastras, refuerzos estructurales en los capiteles, en la torre-campanario, la colocación de tensores y la reparación de las grietas.
También ha sido reconstruida una parte de la cúpula que cayó sobre el crucero, la reparación de las cubiertas y la reparación de bóvedas y cúpulas de las capillas laterales, se han consolidado los arcos, reintegrado cornisas y reposición de yesos y escayolas.
Además se ha repintado el interior del templo, se han mejorado las instalaciones eléctricas, se ha pulido del suelo y solo resta la restauración de los retablos, que se acometerá en una fase posterior, ya que todos ellos se han desplazado y han sufrido pérdida de elementos.
Desde el 12 de mayo
Al día siguiente de los terremotos se iniciaron las obras de emergencia en San Francisco. Aunque en un principio estaba previsto que concluyesen el 4 de septiembre, se prolongaron un mes más. La segunda fase de estos trabajos se ejecutaron de noviembre a enero. A comienzos de año comenzó la rehabilitación que finalizó en la jornada de ayer. El coste de los trabajos, según explicó ayer el presidente de la Fundación Paso Azul, Nicolás Carazo, superó el millón de euros en la primera fase de emergencia, a los que se sumaron otros 250.000 euros durante el segundo tramo de las obras. La rehabilitación del templo ha costado 500.000 euros más.
Parte de ese dinero, según reconoció, «se debe». El resto se ha financiado con «donaciones particulares y cantidades que se han entregado para los pasos de Semana Santa de Lorca». Los presidentes de la Fundación y del Paso Azul hicieron un llamamiento a la solidaridad. «Necesitamos una cuantía importante para pagar las obras de la torre campanario, la rehabilitación de San Juan de Dios y los retablos, lo que suma unos cinco millones de euros», declararon ambos.
Lo que más prisa corre ahora, según admitieron, es la restauración de los retablos. Se calcula que la rehabilitación del conjunto puede estar en torno a los 600.000 euros. La rehabilitación del órgano podría iniciarse en unas semanas con la llegada a la ciudad del maestro organero portugués Dinarte Machado.
La restauración de los retablos que presentan desplazamiento se acometerá en una fase posterior 
16.03.12 – 01:13 – 

A. S. / P. W. R. | LORCA.

EXTRACTO MEMORIA REHABILITACION IGLESIA DE SAN FRANCISCO. LORCA. MURCIA

Memoria historica del Inmueble.

      Las obras de la Iglesia de San Francisco y de las dependencias conventuales anejas se iniciaron en 1561, extramuros de la ciudad, en el arranque del camino hacia Andalucía. La Orden Franciscana, que establecía así su segunda casa en Lorca, designó al convento como el de la Puerta de Nogalte para distinguirlo de los conventos de las Huertas o el de San Diego. La primera construcción de la iglesia de estilo renacentista se ha atribuido al maestro de obras Domingo de Plasencia. De una nave sin crucero, con capillas adosadas entre los contrafuertes, su planta debía coincidir prácticamente con la estructura de la nave de la Iglesia actual y parece que estaba cubierta por un artesonado de madera. La obra se abrió al culto en 1565, pero en 1576 todavía se estaba trabajando en sus cubiertas y sólo en 1583 parece que ya estaba acabada su capilla principal.

En torno a 1638 comenzarán las obras de ampliación y elevación de la altura de la nave, construyéndose sobre las capillas entre contrafuertes una tribuna que se abre a la nave con balcones que pueden haber sustituido a los ventanales de la primitiva Iglesia. En este momento, también se levantaría la torre-campanario construida de mampostería rematada con sillería en las esquinas, con sus alzados totalmente lisos y revocados, decorados únicamente con cuatro líneas de cornisas que la descomponen en cuatro tramos, en el último de los cuales se abren los huecos de campanas cerrados con arcos de medio punto. La torre se remata con cuatro pináculos en las esquinas y en el centro se construye un capitel con forma de pirámide octogonal de fábrica de ladrillo.

El trazado y el primer cuerpo de la portada de acceso al templo son de Lorenzo y Goenaga y fue completado por el cantero Juan Garzón, que la dotó en el segundo cuerpo de severas líneas clasicistas. En el último tercio del XVII se amplía la cabecera de la Iglesia construyéndose los actuales crucero, cúpula y capilla mayor de 16 m x 9,60 m. La actuación pudo completarse con la construcción sobre la nave de la bóveda de cañón de medio punto de plementería entre arcos fajones de sillería que puede observarse actualmente. Finalmente, ya en el siglo XVIII se decoró el interior de la iglesia con numerosas rocallas y símbolos de la orden franciscana y se blanqueó todo el interior, lo que da al conjunto el aspecto “unitario” de gusto rococó que ofrece hoy y que apenas deja a la vista ningún elemento de su estructura original renacentista.

A mediados del siglo XVII se edificaba el primer claustro con una arcada abierta de arcos de medio punto de sillería en el piso inferior y con el piso superior cerrado con balcones. El segundo claustro, en aparejo de ladrillo y revocado, en algo mayor y tiene tres niveles, los dos inferiores se conforman con arcadas de ladrillo y el superior está cerrado con ventanas. En los niveles inferiores de este claustro los espacios que se abren a las arcadas se cierran con bóvedas tabicadas de arista enmarcadas entre arcos fajones. El resto de las amplias estancias que rodean estos recintos conservan mayoritariamente los forjados de madera, así como en las estructuras de la cubierta. Entre ambos claustros se sitúa un espacio de comunicaciones rematado con una cúpula dieciochesca con motivos marianos en sus pechinas, bajo el cual se desarrolla una escalera de tres tramos que daba acceso al primer nivel de ambos claustros.

El interior de la iglesia destaca por el conjunto de retablos barrocos que alberga y que constituye una de las muestras más importantes de la Región de Murcia. El importante retablo barroco del Capilla Mayor se encargará a Ginés López hacía 1694 que completó en 1771 el arquitecto Lucas de los Corrales con las obras del camarín adornado con espejos con estilo rococó y fue restaurado en 1999. Los dos retablos del crucero dedicados a San Antonio y a la Vera Cruz y Sangre de Cristo de 1730 y 1735 son obra de Jerónimo Caballero y de Roque López respectivamente. El pequeño retablo del lado del Evangelio contiene la imagen de la Virgen de los Dolores, titular de la Hermandad de Labradores (Paso Azul), obra del valenciano José Capuz de 1941. En el Coro se conservan un Órgano de S. XVIII, aunque reformado en 1826 y que ha sido restaurado recientemente, entre los años 2006 y 2009. Entre los retablos situados en las capillas laterales se pueden destacar los siguientes:

–          En la capilla de la Purísima, de estilo barroco es de 1746, con las imágenes de San Joaquín y Santa Ana, obra de la escuela del escultor Francisco Salzillo.

–          En la capilla del buen pastor, está decorado con pinturas en blanco y ático con escenas de la vida de la Virgen de estilo cercano al círculo de Ribalta.

–          En la de la Inmaculada, se sitúa un óleo con esta advocación del pintor Camacho Felices (1644-1716), fechado hacia 1700.

–          En la Santa Catalina, contiene una imagen de una Virgen Dolorosa, tal vez del taller de Roque López.

Desamortizado el convento en 1838 (no así la Iglesia que se mantuvo dependiente de la parroquial de San Mateo), el edificio, regentado desde 1859 por las Hermanas de la Caridad, se dedicó a hospital de beneficencia y colegio de niñas huérfanas. Al abandonar estas el edificio, el antiguo hospital funcionó muchos años como sede de la Cruz Roja en Lorca, pero actualmente se encuentra abandonado y dadas las características de su estructura está sufriendo un rápido deterioro debido a la falta de mantenimiento. El Colegio todavía sigue en funcionamiento, regentado ahora por una cooperativa de profesores.

La Iglesia se San Francisco fue declarada por el Gobierno de la Región de Murcia como BIC el 28-05-1982. Debido al deterioro, sobro todo de la techumbre, se restauró entre 1985 y 1987, según proyecto del arquitecto Ignacio Mendaro. En la actualidad, la Iglesia de San Francisco es sede de la Hermandad de Labradores (Paso Azul), una de las principales Cofradías de la Semana Santa de Lorca declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional.

Recientemente, el Ayuntamiento de Lorca convocó un concurso de ideas de carácter local y autonómico para rehabilitar el conjunto que ganó el arquitecto Juan García Pedrero, designado por la Dirección General de Patrimonio de la Región de Murcia como responsable del edificio ras el terremoto.

 ANÁLISIS DEL INMUEBLE.

Estudio constructivo.

El convento de San Francisco, con su Iglesia, fue levantado por la Orden Franciscana en 1561. De la arquitectura de esta época casi nada ha pervivido, ya que el templo es el resultado de diferentes intervenciones constructivas, como se ha desarrollado en el apartado correspondiente a la “síntesis histórica”, empezando por el siglo XVI en el que la Iglesia se conforma, pasando por el siglo XVII, el cual supuso la conclusión definitiva de la misma con la construcción de la cúpula;  hasta el XVIII, en el que pese a no experimentar cambios ni innovaciones en lo referente a su estructura, fue un periodo que sirvió para acentuar su embellecimiento y trascendencia cultural.

Además de dos cuadros del pintor Camacho Felices, en el interior presenta un gran interés por el conjunto de retablos barrocos que alberga su cabecera. El principal y los menores laterales datan de finales del siglo XVII, destacando el altar mayor, cuya ejecución fue contratada por Ginés López en 1694.

Sede religiosa de la Hermandad de Labradores, la Iglesia de San Francisco refleja el modelo de iglesia de una sola nave con capillas laterales entre contrafuertes, cubierta mediante bóveda de cañón con lunetos y cúpula sobre el crucero. Sin embargo, a continuación, vamos a hacer un análisis en el que veremos, como probablemente su origen fundacional debió de responder posiblemente, al modelo de iglesia uninave cubierto mediante cuchillos triangulares de madera y artesonado plano, o quizás más probablemente al modelo de iglesia uninave cubierta con arcos diafragmáticos y armadura de madera, modelo también llamado de “reconquista”, propio del gótico meridional, que pervivirá en el área mediterránea todavía entrado el siglo XVII y al menos hasta 1620 en que se da por extinguido.

Constituye, esta tipología primitiva, a la que probablemente respondía la iglesia de San Francisco, una evolución del modelo de chiesa fienile (trad. lit. : iglesia-granero) habitual en el sur de Italia, que en el área mediterránea española deriva en el tipo de Iglesia de nave única cubierta con armadura de madera sobre arcos de diafragma[1], y paralelamente -no a posteriori como se cree habitualmente- en el modelo uninave con capillas laterales entre contrafuertes y abovedado en todos los tramos, al que responde, en la actualidad, esta Iglesia.

La solución inicial de cubierta de madera, a dos vertientes, de este templo estaba justificada por varios motivos: facilidad, economía y rapidez de ejecución, menores pesos y empujes laterales y, algo inherente a la orden franciscana, una praxis de larga tradición medieval que desde las Constituciones de Narbona de 1260 prohibía el abovedado de ninguna de las partes de la iglesia que no fuera el presbiterio. Una norma, por cierto, vulnerada en repetidas ocasiones incluso ya antes de 1300 por la falta de un control disciplinario centralizado, lo que favoreció la libertad y espontaneidad de los provinciales, custodios y guardianes a la hora de construir.

Por todos esos motivos, esta solución constructiva de iglesia uninave con techumbre de madera la encontramos en una amplia zona geográfica que comprende el arco mediterráneo desde Italia central hasta el sureste español, y precisamente a ese modelo respondía la primitiva Iglesia de San Francisco. Así la nave actual tiene, como la primitiva, un total de seis tramos más el crucero y presbiterio, con estancias laterales destinadas a sacristías.

La planta actual revela de inmediato que, a pesar de tratarse de una iglesia iniciada antes del Concilio y renovada en época post-tridentina, no presenta la habitual “comunicación intercapillas” propias de las iglesias contrarreformistas, pues los contrafuertes primitivos, de 1561, no contemplaban tal comunicación al ser de construcción ligeramente anterior a la legislación de Trento en materia constructiva, que se emitió a la finalización de los trabajos del Concilio en 1563. Sin embargo, un reconocimiento reciente in situ, mediante catas en los paramentos verticales, así como el estudio de la tesis doctoral del Dr. Pedro Segado, nos ha llevado a pensar que aproximadamente por el año 1628, fecha posterior a la legislación que hemos hecho mención anteriormente, algunas de las capillas fueron comunicadas con la contigua, como sucede entre las capillas cinco-siete y siete-nueve. El arco de tránsito entre capillas se ejecutaría en ladrillo habiendo derribado previamente la pared de separación, teniendo éste un sillar a cada lado y la vuelta del arco así como su cornisa de piedra labrada. Esta apertura sería tapiada posteriormente.

Como resultado de todo ello, el espacio interior de la iglesia ofrece actualmente una imagen ambigua y en cierto modo paradójica, al presentar una planta de traza inercialmente  gótica, cubierta mediante bóveda cañón con lunetos y capillas laterales,  abovedadas a base de una curiosa variedad de soluciones: las más arcaicas presentas bóvedas de nervios bajo plementería de geometría no esférica; otras capillas son igualmente nervadas pero con una geometría esférica en su plementería, por lo que se trata de bóvedas vaídas y nervadas (peculiar solución de transición gótico-renacentista) y por último las más modernas visualmente, las cuales, al tratarse posiblemente de bóvedas más tardías y del siglo XVII, ya han perdido las molduras de nervios y presentan la geometría simple de esfera. En todos los casos, los nervios son de piedra, solo en algunos puntos se aprecian recomposiciones con yeso.

Estas capillas laterales, responden a la denominación de “capillas hornacinas”, esto es, capillas poco profundas que no tienen función sepulcral, de dimensiones relativamente pequeñas y que albergan retablos barrocos.

Llevando a cabo un análisis visual de la Iglesia deducimos información acerca de la profunda renovación que ésta pudo experimentar en el siglo XVII: se transformó por completo tanto la altura de la nave como la propia configuración del espacio, su sistema de cubrición y hasta la iluminación natural del interior. Se decidió aumentar la altura del conjunto religioso por lo que la techumbre de madera fue demolida, así como los arcos diafragmáticos en el caso de que los hubiera– probablemente ya no ojivales sino rebajados- que la sostendrían. Únicamente debieron conservarse las pilastras de separación entre la nave central y las capillas laterales, que recibían los diafragmas, es decir, las que han llegado hasta nuestros días. El hecho de que se haya conservado solamente dichas las pilastras de sillería, puede deberse a que estaban, y están, ejecutadas a base de una fábrica de corte regular de las canteras de la zona, propio del siglo XVI. Y es que, éstas quedaron al descubierto tras el picado de su superficie, se observó claramente dos niveles: el primero, correspondiente a piedra roja, el murviedro, una piedra más resistente y dura, y un segundo ejecutado con piedra amarilla, el mayayo, una piedra más blanda, además de ladrillo. Esto indica la gran consistencia de esta iglesia, que logró así pervivir sin cambios sustanciales en sus elementos sustentantes en posteriores periodos; ya que mediante éstas se habría ejecutado el recrecido hacia arriba de esos machones hasta alcanzar la altura de cornisa deseada para hacer arrancar desde ese punto la nueva bóveda tabicada de cañón con lunetos.

Así, llegamos a la conclusión que, en el siglo XVII, se sustituyera la techumbre de madera por una bóveda de cañón con lunetos, o bien que se demolieran también los arcos de diafragma en caso de que los hubiere, uniendo los machones contiguos mediante arcos formeros ( según el plano paralelo al eje), de sillería; se elevaría la cota de arranque de lo que un segundo estadio sería la bóveda de cañón con lunetos, quedando así transformado por completo el sentido del espacio y la propia luz interior, que sin duda se incrementó respecto al modelo primitivo.

El hecho de recurrir ahora a una solución de abovedado, con el consiguiente incremento de esfuerzos, debió exigir el crecimiento de la sección del machón hacia el exterior con el fin de aumentar la inercia del contrafuerte según la dirección del momento de vuelco. Lo tardío del momento, entrado ya el siglo XVII, explicaría la pobreza de la fábrica en relación a aquella otra de sabor más renacentista, acrecentando el contrafuerte mediante una fábrica característicamente barroca a base de mampostería de pobre factura enfoscada con un mortero deleznable.

La “actualización” de la Iglesia no evitó sin embargo la convivencia aparentemente no conflictiva de soluciones modernas junto a importantes arcaísmos, especialmente en lo que se refiere a las bóvedas cuatripartitas con claves y nervios moldurados.

Esta solución, que como hemos apuntado alcanzaba alturas más elevadas, debió aprovecharse para conseguir un espacio más desahogado y más luminoso, coronado mediante una cúpula de media naranja (cañón) que se apoya en un anillo sobresaliente adornado con dentellones y ovas. Ambos son lisos y la iluminación se consigue a través de unos óculos practicados en la misma cúpula, solución conocida como “lunetos”. Toda esta obra se realiza de ladrillo con recubrimiento de yesos. Aunque en un principio parece que no tenía decoración ninguna a mitad del siglo XVIII se ejecutaron en pintura los trazos que responden a los nervios. A la etapa decorativa inicial responde el florón de madera dorada, cuyas dimensiones debían de adaptarse a las del hueco practicado en la cúpula para ello. Las pechinas estarían sin decorar en el siglo XVII, según la opinión del Dr. Pedro Segado, realizándose en el siglo siguiente.

A nivel espacial-estructural nos llama fuertemente la atención como se produce un incremento de la fábrica mural encima del arco formero que sin duda favorece la estabilidad del propio arco y está del lado de la seguridad, máxime teniendo en cuenta que la cubrición de las capillas mediante bóvedas vaídas empuja en las cuatro direcciones, una de ellas contra el arco formero. A pesar de todo, la considerable desproporción de alturas entre nave central y capillas puede deberse más a la preexistencia de unos machones-contrafuertes cuya altura les vino impuesta, prediciendo recrecerlos y limitándose a unirlos mediante formeros de sillería en medios puntos, lo que determinó una altura de capillas más bien baja. Ello, unido a la intención de lograr una nave más elevada, ocasionó esa peculiar desproporción. Pero tal desproporción es muy frecuente en el ámbito mediterráneo de las iglesias de nave única con capillas laterales entre contrafuertes: más aun, mayores desproporciones de nave y capillas se pueden encontrar en el ámbito valenciano y catalán, basta recordar, por ejemplo, la Iglesia de San Agustín de Valencia.

El camarín principal, de la segunda mitad del siglo XVIII, es de estilo rococó, con espejos. La escalera de acceso al mismo es de tipo imperial de tres tramos y pequeñas dimensiones, respondiendo a un tipo de escalera propiamente barroca que es un eco lejano de la escalera de la biblioteca laurenciana de Miguel Ángel.

La  puerta de entrada a las dependencias que dan acceso a la Sacristía y a dicho camarín podemos ver como reproduce el esquema clásico en su cuerpo inferior. Está flanqueada por pilastras cajeadas, con retropilastras, que se apoyan en un pedestal igualmente cajeado. Su capitel, dórico, da paso al entablamento donde el friso resalta la extrema fidelidad al cánon clásico, detalle que no había sido demasiado frecuente en la arquitectura lorquina de este periodo, si se recuerda.

La presencia compositiva de lo clásico puede representar un preludio de la vuelta al clasicismo que se producirá muy al final del siglo XVIII. De hecho, esta puerta de la Sacristía de San Francisco de Lorca basa su peculiaridad en combinar módulos propios del barroco, en cuyo momento cronológico se ejecuta, con rasgos sutiles o tímidamente apuntados de lo que es esa añoranza de lo clásico, ya referida, precisamente en un momento estilístico en que la sensibilidad lorquina prefería el rococó. Así, en consecuencia,  el dintel aparece decorado por la conjunción de dos lazadas pintadas.

La cornisa, de fuerte personalidad, se identifica con el juego de entrantes y salientes marcados previamente por las pilastras y la concavidad del acceso y, cerrando propiamente la puerta, da paso al remate que constituye el cuerpo superior de todo el conjunto.

La tipología de este cuerpo superior evoca uno de los módulos empleados en la fachada principal de la Catedral de Murcia y que, con amplia aceptación en la arquitectura de estas décadas, se popularizará incluso en los áticos de los retablos. Lo que presta en esta puerta el verdadero tono de barroquismo es, sin duda, el contraste entre las comedidas líneas que enmarcan el vano acceso, lisas y respirando verticalidad (pilastras y retropilastras sobre basamentos, limpieza del entablamento) y la distorsión de lo recto que supone el remate de esta portada. La superficie se ha hecho curva en su cúspide y, por su parte, no existe en las zonas laterales, desapareciendo absorbida totalmente en las fuertes concavidades que se ven mitigadas por la adición de palmetas.

La obra de la Capilla Mayor se inició en el año 1689. Resultando las obras exnovo, se procedió a derribar la pared vieja y allanar la tierra donde iría el pavimentos o enlosado, tanto de la Capilla Mayor como de las colaterales, se comenzó por practicar, de piedra y yeso, un contraarco ciego de una vara de peralte y de grosor que armonizase con su conjunto. Las tres bóvedas con lunetos correspondientes a esta Capilla Mayor y a sus colaterales del crucero, serían de ladrillo al igual que la media naranja, lisa, que reposaría en un anillo labrado y ornamentado con dentículos y ovas. Las pilastras nuevas marcarían la pauta a seguir por las viejas, que se igualarían a éstas nivelando su saliente como sigue. Siendo las pilastras que habían conformado el crucero y las de la Capilla Mayor más robustas que las pertenecientes a las capillas laterales a lo largo de la nave central, se optó en este momento por solucionar la atonía estética que implicaba un mayor resalte o cuerpo sobresaliente de las primeras. Así pues, en las pilastras de la nave principal y única se adosaron, sólo en su parte superior y hasta confluir con las impostas de los arcos de las capillas, unas placas enlucidas. Esto explica que la parte inferior de dichas pilastras resulte totalmente lisa y ligeramente rehundida en proporción a la superior.

En lo referente a la ejecución de la portada podemos decir que se corresponde a dos épocas distintas. Por una parte, la del cuerpo inferior, o principal, reproduce el esquema básico del arco de triunfo, de la primera etapa constructiva de la iglesia, es una solución propiamente renacentista que ya Alberti había inaugurado en Mantua, y por otra parte, el cuerpo superior que data del año 1638.

El análisis estructural y estilístico del cuerpo inferior de la fachada emana, en la primera impresión artística, el esquema característico de los modelos renacentistas del siglo XVI en lo que se refiere a la solución de arco de medio punto flanqueado por pares de columnas de orden clásico, impuesto por el arquitecto santanderino Jerónimo Quijano. Más arriba, un ventanal cuadrangular de iluminación de la nave remata en un sencillo frontón triangular, subrayando una vez más la raigambre renacentista de esta Iglesia. Por último, rematando la portada occidental se aprecia el escudo de Lorca que repite nuevamente el motivo heráldico tan frecuente en el renacimiento hispánico.

Esta fuerte índole renacentistas de la parte inferior de la portada se refleja en su similitud con la puerta de acceso a la Colegiata de San Patricio y posiblemente labrada también por Lorenzo Goenaga.

El vano de acceso a la iglesia propiamente dicha está flanqueado por un par de columnas a cada lado, provistas de retropilastras lisas, y alzadas sobre un alto pedestal que, a su vez, reposa sobre un zócalo de considerable altura. El basamento, liso y de piedra de sillería, es corrido y tanto él como el zócalo presentan unos listeles bastantes sobresalientes. Las columnas son de fuste acanalado, con la peculiaridad que su mitad inferior está labrada formando “baquetoncillos”. Los capiteles, tanto de pilastras como de columnas, son compuestos y adornan la parte central de su ábaco con una roseta marcada de plasticidad. El espacio entre las columnas se concretan en sendos edículos cuyo vano equivale en altura prácticamente al fuste de aquellas, parecían haber sido concebidas aquí como decorativos del fuerte basamento de apoyo. Las pequeñas enjutas están configuradas por su propio arco de medio punto así como el vano de acceso.

El entablamento presenta una composición sencillísima donde domina lo lineal: un arquitrabe a triple listel parece hacer “pedant” con una cornisa muy similar que remata un friso exento de decoración.

En lo que se refiere al cuerpo superior de la portada analizamos como sus extremos están ocupados por cuerpos prismáticos cuya proporción total viene ya marcada por los de los basamentos, estableciéndose unas líneas verticales de movimiento unitario que se proyectan desde la cornisa superior hasta los propios pies de la fachada y que vienen a compensar la excesiva horizontalidad del cuerpo superior. Prácticamente la totalidad de la superficie estaría ocupada por los escudos oblongos que en su parte central estuvieron decorados seguramente con anagramas relativos a la Orden Franciscana y que actualmente ya no existen, pues desaparecieron en la desamortización. De nuevo, una resaltada cornisa continua remata este segundo cuerpo.

Este cuerpo, el superior, refleja sin duda una implícita originalidad en el sentido de que su esquena parece no repetirse en otros edificios ni religiosos ni civiles de Lorca ni de la diócesis de Murcia. Este cuerpo superior es prácticamente una prolongación del inferior, cuando lo más habitual en el arte de este periodo era colocar un frontón partido dotado de hornacina central.

Presenta una hornacina con la Virgen y el Niño. La solución de la hornacina sobre la puerta, es una solución seiscentista, derivada claramente de las ideas emanadas de Trento, las cuales fomentaron la propaganda religiosa de los santos, mártires y fundadores exhibiendo su imaginería en retablos y portadas, dispuesta lógicamente a eje, denota los orígenes barrocos tempranos de esta fachada, flanqueada por antepechos con escudos sin labrar. Los motivos heráldicos son soluciones propias del renacimiento español que abundan en la arquitectura civil y religiosa del siglo XVI. Sus orígenes se encuentran en Salamanca, capital del plateresco hispano, y más en concreto en la fachada de su universidad.

Aquí se exhiben los intercolumnios, ya que efectivamente esta portada presenta pares de columnas adosadas, lo que denota los ecos de una solución propiamente cinquencentista emanada de las ideas de Bramante para el Belvedere vaticano y el proyecto para San Pedro, de la propia arquitectura de Rafael y de la solución de Miguel Ángel para los muros y la cúpula de San Pedro, que en la Iglesia franciscana de Lorca descansan también sobre enorme pedestales.

La portada se concluye con una ventana circundada por triple moldura y coronada por un frontón triangular, cuya moldura también armoniza con las del resto. Está inserta en una fachada, de piedra de cantería, que termina en forma triangular y corresponde con la estructura interna de la iglesia. Tanto en portada como en fachada predomina la superficie lisa, con poca decoración.

Los únicos vanos existentes en la fachada y que son utilizados como ventanas son el principal y de mayor dimensiones, que sirve para iluminar la zona del coro, y los dos laterales, situados a ambos lados de la portada principal. Éstos tienen forma octogonal, con un profundo derrame motivado por el grosor del muro. En idéntica localización y forma aparece en la fachada de la iglesia del convento de San Francisco de Mula, coetánea de la lorquina.

El ligero pliegue de esta portada, con su leve movimiento de avance y retroceso que fractura entablamentos, molduras y cornisas, se corresponde fielmente con las coordenadas del barroco clasicista que habían dominado el conjunto de esta Iglesia antes de las renovaciones tardobarrocas de finales del siglo XVIII.

Los materiales empleados en su ejecución, propios de las canteras de la zona responden a “murviedro”, piedra de color rojizo en el zócalo y “mayayo”, piedra de color crema en el resto de la portada.

Como resumen podemos decir que la portada de San Francisco presenta simplicidad y una elaboración menos refinada, en que la relativa tosquedad con que pudiera trabajarse la piedra se pone de manifiesto especialmente en los capiteles de las columnas, que dan una sensación más bulbosa, con sus volutas de decoración estriada, de mayor plasticidad. Esta plasticidad, en general común en toda la portada, puede deberse al mayor resalte de cada uno de sus elementos compositivos que, sobresaliendo especialmente los que pueden hacerlo en razón de su propia naturaleza arquitectónica, como columnas, arquitrabes y basamentos, acentúan la concavidad de los edículos y del vano de acceso con un discreto juego de sombras. Sería, sin embargo, inexacto exagerar aquí los recursos propios de un barroco pleno cuando, en realidad, dicho estilo estaba paulatinamente imponiéndose.

En conclusión, esta portada obedece a soluciones y formas barrocas tempranas con gran presencia inercial de elementos renacentistas y una fuerte impronta clásica. La rígida simetría impuesta a una portada ejecutada en el primer tercio del siglo XVII, sólo se ve distorsionada por la presencia del campanario único, de influencia italiana, tan habitual en el ámbito mediterráneo, ofreciendo el conjunto la imagen estilística del llamado “barroco desornamentado” o clasicista que se imponía por estas tierras antes de la irrupción a partir de finales del siglo XVII del churriguerismo castellanizante.

En el siglo XVIII  la iglesia de San Francisco no experimentó cambios ni innovaciones en lo referente a su estructura. Solo la construcción de algunos nuevos retablos contribuyó a acentuar su embellecimiento y trascendencia cultural. La decoración recorría toda la iglesia, adosándose en la parte inferior de cada una de las pilastras que configuran la separación entre las capillas-hornacina y que reposan en un trozo de entablamento. La clave de los arcos, los intradós respectivamente, el arranque de los fustes de las pilastras y el enmarque de las ventanas de las tribunas son igualmente tributarios de esta decoración. La rocalla constituye básicamente en el núcleo decorativo de esta ornamentación realizada en estuco pintado en una tonalidad de oro “foncé”

El análisis pormenorizado de los motivos más ricos y más visibles y que son los situados al final del fuste de cada pilastra y en las claves de los arcos, permite constatar un predominio de los elementos de naturaleza vegetal. La polivalencia decorativa introduce un toque de originalidad en los motivos que ocupan, concretamente, las dos últimas pilastras de la nave y las dos pegadas al crucero. Los elementos vegetales giran aquí en torno a un águila, con sus alas desplegadas, que lleva en el pico una serpiente que circunda su cuerpo; símbolo de claras resonancias apocalípticas.

Como tributo a un rococó, que quizás fue descubierto en Lorca con relativo retraso, es la adición de cuadritos ovalados, con representaciones históricas, y guarnecidos de cristal, en el remate superior de estos polifacéticos motivos en los que impera lo vegetal.

Característica resulta en su distribución la ornamentación de las pilastras pues, estando adosada respectivamente en sus partes superior e inferior, las deja exentas en la parte central. Los motivos son variados en su concepción, aunque siempre se sirven de elementos similares, destacando el que presenta forma de jarrón o cestillo, campaniforme, cuya parte central se resume prácticamente en una roseta apoyada en sofisticados tallos vegetales.

Estudio patológico.

Efectuar un análisis patológico de un edificio no es tarea sencilla. Debemos conocer en profundidad dicho edificio, detectar todas las circunstancias que le rodean en un momento determinado, y en función de eso, concretar unos objetivos de actuación.

Definimos el concepto de “patología constructiva de la edificación” como la ciencia que estudia los ptoblemas constructivos que aparecen en el edificio, o en alguna de sus unidades, después de su ejecución.

El estado de conservación de un bien patrimonial determina el grado y rango de la intervención que se ha de llevar a cabo en el mismo, previamente, se habrán llevado a cabo un plantemiento inicial de la intervención, con el fin de que los objetivos a alcanzar estén definidos, así como que el criterio de intervención en el mismo esté claro y organizado.

Para esta intervención será necesario, además de elaborar un estudio del entorno donde se implanta el conjunto patrimonial,  con las características e incidencias que el mismo ejerce sobre el monumento, considerar que el bien patrimonial, objeto de nuestro estudio, está constituido  por distintos elementos constructivos con sus características particulares y que pueden ser objeto de deterioro y sufrir procesos lesivos, es decir, procesos patológicos; lo que nos lleva a realizar un diagnóstico de los mismo lo más correcto posible, realizando un estudio patológico exhaustivo primeramente individual, con el fin de ver como cada una de ellas, individualmente afectan al conjunto global.

Comenzamos este capítulo haciendo mención a la existencia de diversos problemas patológicos, motivados por las acciones sísmicas del terremoto del pasado 11 de mayo, avanzados o latentes, que afectan al edificio objeto de este proyecto. El primer reconocimiento de carácter visual, apunta en este sentido, y hace plantear la ejecución de determinadas labores de consolidación para evitar el desarrollo de algunas lesiones que pudieran ocasionar en un futuro la ruina de determinados elementos del monumento. Más allá de estos problemas puntuales más graves, que veremos a continuación, aparecen otras patologías que podemos considerar consecuencia de éstas primeras, que aunque no tan graves, su atención no debe ser olvidada.

Sería interesante definir el concepto de “lesión” que vendría a decir lo siguiente: “cada una de las manifestaciones observables de un problema constructivo”. Hay que distinguir entre lesión primaria y secundaria, ya que, en muchas ocasiones una lesión, es a su vez, origen de otra. De este modo,  en un proceso patológico concreto, la lesión primaria es la que aparece en primer lugar en la secuencia temporal del mismo, mientras que, en dicho proceso, la lesión secundaria surge como consecuencia de una lesión anterior.

Y es que hemos de tener en cuenta que la salud de un monumento no sólo se manifiesta en la existencia temporal y presente de ciertas patologías, sino también en la posibilidad de evolución de algunas de ellas en otras más graves, como sucedió tras las obras de la primera fase, en las que el objetivo prioritario era asegurar la estabilidad del conjunto arquitectónico para que no supusiera un peligro para los viandantes y los estudiantes del colegio contiguo, apareciendo tras éstas, problemas de humedades y grietas, desprendimientos y desconchados de yeso,  falta de estabilidad en la torre, entre otras.

Estas actuaciones anteriores no han atajado los problemas en su totalidad. Será la intención del proyecto que presentamos la completa resolución de estos daños, evitando su aparición en un futuro.

Las actuaciones son en su mayoría de emergencia y se destinan a estabilizar elementos y prevenir causas de deterioro. A continuación se describe para las diversas unidades identificadas las condiciones de ejecución, los medios  auxiliares etc.

Identificación de agentes y causas del deterioro.

Las  patologías más extendidas que podemos referir, dado su carácter macroscópico y su extensión, son las relacionadas con la presencia de grietas en paramentos verticales y bóvedas en  la Iglesia San Francisco,  con el consecuente perjuicio que ello conlleva para su integridad, además del negativo impacto visual que producen sobre los visitantes del conjunto religioso.

a) Estudio de las carcterísticas constructivas del edificio, materiales, estado de conservación, lesiones pormenorizadas del conjunto y de cada elemento.

  1. Aparición de grietas en distintos puntos de la Iglesia.

        Se define GRIETA como “la hendidura o abertura longitudinal, de ancho mayor de 1 mm, que se hace en un cuerpo sólido producido por diferentes causas tales como acciones exteriores o por defectos del material. Si el ancho es inferior a 1 mm se denomina fisura”.

Son consecuencia directa de los movimientos sísmicos del pasado 11 de Mayo de 2011, afectando éstos a los cimientos de la edificación y provocando la aparición de roturas en todo el espesor de los diversos elementos constructivos, dejándolos inútiles para su posible función estructural, y debilitado para la envoltura, resultando partido en dos.

Por otra parte, se han visto agravadas por el paso del tiempo, ya que las variaciones térmicas e higrométricas  han ido dañando  la cohesión de los materiales portantes y causando el desmoronamiento en los elementos soportados.

Dado a que afecta a diferentes elementos del conjunto religioso, hemos considerado importante asignarle el primer lugar en la lista en la que enumeramos las distintas patologías que se dan en la Iglesia San Francisco.

Podemos encontrar grietas en las pilastras de los arcos de las capillas laterales, en los paramentos interiores, bóvedas de las capillas laterales, bóveda de crucero y de cañón, en la sacristía del evangelio y de la epístola y en el carrerón.

    2. Pilastras.

Las pilastras presentan acumulación de elementos espureos en su superficie. Durante la eliminación de éstos se va aproducir una disgregación del material y pérdida de volumen; por consiguiente pérdida de resistencia mecánica, por lo  que será necesario corregirlo. De los dos niveles que detectamos, el primero de material arenisca roja: muvriedo, y el segundo, piedra amarilla, blanda;  este último es el que presenta mayor deterioro.

   3. Bóvedas.

Son objeto de estudio en este apartado las bóvedas de las capillas laterales, las del Altar Mayor y bajo coro, así como la bóveda cañón de la nave y la cúpula del crucero.  Las patologías en estos elementos constructivos son consecuencia del tamaño, profundidad e incluso el movimiento de las distintas  grietas y fisuras en los diferentes puntos de la misma; así localizamos en algunas capillas desplazamientos de la bóveda con respecto del paramento vertical,  desprendimiento de revestimiento de las bóvedas en general, fisuras y grietas en la línea  de los nervios con las bóvedas; rotura y desprendimiento de los nervios de las mismas, así como desplazamientos que serían necesarios apearlos. En algunos casos, los nervios están divididos totalmente en dos partes: quebrados.

Así podemos contemplar que afectan tanto a nivel estructural como a nivel de la envolvente.

4. Paramentos interiores.

En este capítulo vuelven a ser protagonistas las grietas y fisuras, consecuencia directa de los movimientos sísmicos que se manifiestan perpendiculares a la tracción.

Fisurado y desprendido el revestimiento superficial de los mismo, será necesario llevar a cabo un saneado de los paramentos verticales que presenten fisuras y grietas, así como desprendimiento del revestimiento de los mismos.

Por otra parte para la eliminación de elementos espureos y así llevar a cabo un respaso somero de pintura en paredes y techos.

En las zonas afectadas por humedades como en el espacio que acoje la escalera del Camarín deberán ser objeto de especial atención a la hora de interponer los criterios de intervención.

5. Pavimentos.         

El estado de los distintos pavimentos del templo (pétreo y cerámico), de las distintas zonas, ha quedado bastante deteriorado. Pese a las medidas de protección que se han ido tomando en las distitnas intervenciones para su protección, el estado de éste ha quedado mermado tras las efectos del terremoto y los trabajos que se han ido desarrollando a lo largo de estos últimos meses.

Encontramos acumulación de escombros sobre el mismo, peldañeado roto en la zona de acceso al altar y en los umbrales de las capillas. El acabado superficial del marmol en la nave central como el de la piedra en las capillas laterales han quedado muy deteriorado, por lo que será objeto de intervernción.

Así presentan lesiones físicas, referidas al desgaste superficial como a la pérdida de material. Esto es, erosiones.  Hemos de distinguir por tanto aquella consecuencia de la abrasión,  la erosión mecánica, como sucede en los pavimentos más rígidos como son los que encontramos en las capillas. Por otra parte, la erosión física, que provoca la desintegración de las piezas de pavimentos debido a agentes externos como puede ser impactos de piezas que se hayan desplomado, piezas que estuvieran debilitadas y se hayan visto agravadas por la aparición de fisuras, etc.

6. Cantería.

Son numerosas las piezas que pesentan pérdidas de material que son suceptibles de un cajeado para el injerto de material de las mismas carácteristicas. Así los elementos del altar, basas y tablero, presentan rotura y alteraciones en su volumen. Algunas zonas de la cornisa necesitarían de una recomposición, que han sufrido el desplome de algunas de sus partes debido a que quedaron debilitadas tras los movimientos.

Los arcos bajo el coro presentan grietas por lo que será necesario intervenir sobre ellas.

 7. Estructuras.

En la escalera del Camarín observamos filtraciones de agua que han afectado al falso techo de la estancia.

Si recorremos los pasillos del nivel superior detectamos unos forjados, colindante con los altares laterales del crucero que es necesario consolidar.

La estructura de la bóveda de su inferior a soportado este estado, se deberá terner especial cuidado en los trabajos para no interferir en el “óptimo” estado de esta estructura.

8. Fachada.

El estado de conservación de la fábrica de sillería es regular, presenta acumulación de elementos espureos sobre la misma. Presenta pérdida de volumenes en juntas y borde de las piezas. Detectamos a simple vista fragmentos fisurados y dañados que serán objeto de consolidación.

En algunos puntos localizamos presencia de actividad biológica, así como una diferencia clara de color sobre la fábrica de piedra.

El arco de la fachada será objeto de trabajos de consolidación debido a la presencia de grietas que han provocado que sus piezas estén fuera de equilibrio estructural.

El piso de la ventana y cornisas presentan impurezas así como un deterioro importante del conjunto en general.

9. Elementos decorativos.

Deterioro de elementos decorativos de escayola que se han desprendido del soporte quedando incompletos en las zonas del crucero, pilastras o en el altar mayor.

 10. Instalaciones.

El estado de las instalaciones de iluminación y de electricidad está deteriorado, con múltiples carencias.

Su mal estado se ha visto agravado  con los diferentes trabajos que se han llevado a cabo en las distintas fases ya que estaban a la vista desde el cableado, a enchufes, cuadros de luces, etc.

Así mismo, la instalación de megafonía deberá ser adecuada a las necesidades y normativa existente.

11. Carpinterías y cerrajerías.

Los elementos de carpintería y cerrajería serán objeto de limpieza superficial. En algunas zonas, observamos desconchado de la pintura.

12. Pinturas Murales.

     Las grietas evidenciaron la presencia de restos pictóricos en bóvedas, sillares, nervios y paramentos murales. En consecuencia se tomaron medidas preventivas ante la posibilIdad de encontrar restos de pintura mural de importancia.

Aunque las pinturas murales no son una patología exactamente, si que son consecuencia directa de la aparición de las grietas, provocadas por los movimientos sísmicos, por lo que hemos considerado oportuno incluir un capítulo que abarque su análisis y estudio.

Así, los trabajos han sido iniciados tras una exahustiva campaña de catas que han servido para verificar la cuantía de restos y su estado de conservación.  Una vez realizadas las catas a distintas alturas de las capillas, en el friso de la nave, en pilastras, en zonas del altar y en definitiva en todas las áreas suceptibles de albergar decoración, se ha comprobado que la iglesia de San Francisco ha estado profundamente decorada, ya que se ha encontrado mucha superficie pintada.

El estado general de conservación de las obras no es óptimo, ya que la mayoría aparecen picadas y con incisiones con el fin de garantizar el buen agarre de la capa de yeso que encontramos actualmente en los distintos paramentos.

Se trata de una pintura al temple sobre yeso, es decir, pigmentos aglutinados con alguna cola proteica. Anque también hemos encontrado pigmentos aplicados sobre la piedra.

En los nervios de las bóvedas, lo que aparece es una veladura en ocre en muy mal estado de conservación.

En la mayoría de las capillas se han descubierto dos estractos pictóricos diferentes, siendo en el más nuevo, el protagonista, el tono azul.

Importante reseñar que se aprecia pérdida de película pictórica, probablemente como resultado de intervenciones anteriores de restauración.

Las decoraciones varían, pero en las líneas generales encontramos marmoleados de distintos tonos y representaciones iconográficas que describen ciclos como el de la Pasión de Cristo, mediante la aparición de distintos símbolos como la Corona de Espinas, los Clavos, etc. Siendo las más interesantes a este respecto la capilla 10, la de Santa Catalina, y la 5, la de la Virgen del Carmen.

CRITERIOS DE INTERVENCIÓN.

Descripción y justificación de las soluciones constructivas

1.   Reparación de grietas en distintos puntos de la Iglesia.

La reparación de las distintas grietas, fisuras y desplazamientos conlleva una serie de intervenciones, que exponemos a continuación, que engloban este proceso de restauración de una manera general; así, la dirección facultativa deberá valorar el estado de cada una de las mismas, valorando el tamaño, profundidad, los movimientos que se han producido, para determinar el mejor criterio para intervenir en las mismas.

Incluirán el descarnado y picado de las grietas visibles y a continuación por debajo de los paramentos, que aparentemente no estén dañados. Posteriormente, se procederá a la aspiración mediante aspiradora industrial de las grietas existentes después del picado de las mismas, así como al lavado de la grieta mediante consolidante de resinas acrílicas, tipo primal, aplicadas mediantes pistola a presión, en toda la longitud de la grieta, dejándola secar. Será necesario la inyección de resinas epoxídicas en el espesor de la misma, a base de árido de arena de sílice, cuarzo, bentonita, fibra de vidrio y resina, en proporciones establecidas por la Dirección Facultativa, hasta regularizar con el paramento tanto en exterior en los distintos puntos que se vean afectados. La realización de cortes en el paramento en forma de aspa, cruzados en diagonal, practicados en muros de 30 cm de longitud cada uno de ellos, con la radial disco de rotación así como la realización de taladros cruzados en diagonal, de 24 mm. de diámetro y 50 cm de longitud, sobre la línea de la grieta ya saturada de resinas, con brocas de rotación con coronas de vidia o tungsteno y la posterior colocación de varillas de fibra de vidrio, de 12 mm. de espesor, aplicando en la colocación de las mimas una lechada de cal hidráulica con adicción de resinas epoxídicas, a base de árido de arena de sílice, cuarzo, bentonita, fibra de vidrio y resina; en proporciones establecidas por la Dirección Facultativa, rellenando el espesor hasta la saturación del mismo.  La consolidación final del conjunto del cosido se efectuará mediante la aplicación en spray de primal, en dosificaciones establecidas por la D.F.  Le seguirán los trabajos de retacado y rejuntado de la fábrica, así como el tapado con guarnecido con yeso negro y posterior enlucido con yeso blanco. No podemos olvidarnos de la colocación de berenjenos de PVC flexibles para el llenado de cal hidráulica, dispuestos cada 50 cm de grieta en toda su longitud. Se colocarán en taladros practicados en muros de 20 mm de diámetro, cruzados en diagonal, sobre la línea de la grieta, abarcando el espesor necesario para que el llenado sea el idóneo, practicado sobre el soporte con brocas de rotación con coronas de vidia o tungsteno.

2. Pilastras.

Se procederá a la eliminación de los elementos espúreos existentes en la superficie de las pilastras, con retirada de los mismos y de los recibidos con mortero de cemento o cualquier soporte existente; todo ello a  mano y con la oportuna retirada de los escombros sobrantes a pie de carga para poder llevar a cabo posteriormente en las mismas el abujardado fino de su superficie in situ, mediante medio manuales de aquellas caras que hayan de quedar vistas.

En aquellos puntos en los que se haya producido una pérdida de volumen se efectuará injertos, in situ, de volumen de piedra o deteriorado, mediante el modelado in situ sobre la pieza original de las faltas, con piedra natural similar a la existente, para lo cual será preciso realizar una entalladura y sanear la base de piedra eliminando las partes descohesionadas, y procurar un anclaje fuerte de la prótesis natural a injertar, mediante anclajes de varillas de fibra de vidrio de 25-50 cm de longitud y diámetro 4 mm. introducidas en pequeños taladros, de diámetro sensiblemente mayor al de la varilla, y practicados sobre el soporte saneado, con brocas de rotación con coronas de vídia o tungsteno, y fijadas previo soplado de taladros para eliminar los detritus, mediante adhesivo epoxy tixotrópico de dos componentes, impregnando las varillas e introduciéndolas en los taladros y dejando fraguar. Sobre esta armadura se anclará la prótesis propuesta. Una vez recibida se efectuará una labra in situ reproduciendo las texturas y marcas de labra originales, las zonas de transición entre el original y el añadido se sellarán con mortero epoxídico, para evitar filtraciones. Entonación cromática para igualar el tono del injerto.

Será también objeto de esta intervención los trabajos de restauración y reintegración “in situ” de las pilastras con morteros  de restauración “New Stone” y resinas epoxi en color con textura similar al existente, sujeto con varillas de fibra de vidrio, con cajeado y preparación de la base, reproduciendo labras existentes, rejuntado con mortero bastardo 1/1/4 P-350B, según proyecto e indicaciones de la Dirección Facultativa.

Se concluirán los trabajos con un tratamiento en las pilastras mediante patinado y protección final mediante el empleo de hidróxido de cal con cargas de pigmentos minerales. Se efectuarán cuatro manos sucesivas para la entonación final de conjunto.

  3. Bóvedas.

Reparación de todas las bóvedas de las capillas y la nave central, así como la del crucero, altar mayor y laterales mediante el picoteado de las zonas en mal estado de las distintas bóvedas, colocando posteriormente una malla tupida y la nueva ejecución de yeso negro y blanco, incluyendo la formación de los vivos y aristas de las bóvedas, encuentros con paramentos, cornisas, etc, para que quede totalmente terminado.

Bajo criterio de la D.F. se procederá al correspondiente recatado de las bóvedas que presenten daños, construida con ladrillo de recuperación, comprendiendo los trabajos de: picado perimetral de las zonas degradadas y desmontaje de ladrillos sueltos, limpieza de enjarjes y reposición pieza a pieza por taqueo, recibido con mortero ¼ m-80, humedecido de piezas y limpieza; sin incluir rejuntado posterior.

Tal y como mencionamos en el apartado de patologías, los nervios de las bóvedas también presentan un deterioro importante, por lo que se deberá intervenir en los mismos con el fin de repararlos, consistente en el apeo de los mismos, cosido y recolocación en su posición original.

En cuanto al acabado superficial que corresponde al apartado de pinturas, se diferenciará el material empleado en las bóvedas de las capillas laterales de las bóvedas del altar mayor, crucero y bajo coro: en los paramentos abovedados de las capillas laterales se empleará pintura al temple liso, con las correspondientes pruebas de textura para obtener un acabado de cáscara de huevo y varios colores, una vez aprobados por la D.F. y los técnicos de la D.G.Cultura. Se aplicarán dos manos, incluso se prepararán los soportes eliminando antiguas pinturas, grietas, fisuras, abombamientos, etc. listas para pintar, con aparejado, plastecido, lijado y dos manos. Las pruebas de color se efectuarán para alcanzar un color “blanco manchado”. Aplicaremos pintura al silicato potásico liso en color blanco, en la superficie de las bóvedas bajo coro, altar mayor, crucero alar 15 y bóveda; con la correspondiente preparación previa de los soportes con la eliminación de antiguas pinturas, grietas, fisuras, abombamientos, etc. listas para pintas con aparejado, plastecido, lijado y dos manos.

4. Paramentos interiores.

Los paramentos interiores serán objeto de, en primer lugar, un enfoscado de mortero de cal fino, aplicado en el interior de los paramentos verticales, con acabado superficial liso, con mortero de cal fino y cemento blanco BL-II/A-L 42,5 R (1:1:4), con adición de aireante tipo dreining o similar, armado y reforzado con malla de fibra de vidrio recibida con clavos de anclaje especiales de plástico de cabeza circular, con un espesor, estimado, de enfoscado de unos 5 cm. máximo.

Posteriormente se efectuará un guarnecido maestrado con yeso negro y enlucido con yeso blanco en los paramentos verticales de 30 mm. de espesor, incluso formación de rincones, guarniciones de huecos, remates con pavimento.

Como acabado superficial aplicaremos pintura al silicato potásico liso en color blanco, con la correspondiente preparación previa de los soportes con la eliminación de antiguas pinturas, grietas, fisuras, abombamientos, etc. listas para pintas con aparejado, plastecido, lijado y dos manos.

5. Pavimentos.

De acuerdo con el criterio de la D.F. se procederá al levantado del pavimento de baldosas de mármol, situadas en dirección longitudinal a la nave principal, así como transversalmente a la nave en el frente del altar bajo el escalón actual, junto a la fachada principal, y al menos en otros tres tramos interiores transversales a la nave central; por medios manuales, incluso limpieza y retirada de escombros. Así también, se procederá al levantado de los peldaños del altar principal y el correspondiente al umbral de las distintas capillas mediante procedimiento similar al anterior redactado. Cabe destacar, que las piezas de los umbrales de las distintas capillas, se deberán limpiar para su posterior almacenaje y conservación de las piezas, de igual manera que se desecharán aquellas piezas que, en su caso, estén irrecuperables y se retirará el correspondiente material de agarre a pie de carga.

Una vez levantado, se repondrá el solado de mármol de las zanjas, similar al existente, de iguales dimensiones y colocados. Recibido con mortero de cemento II-Z/35A y arena de miga 1/6, rejuntado con lechada de cemento blanco V-B/20 tintado y limpieza del mismo. Finalizará la reposición con la colocación del peldaño de acceso al altar Mayor, compuesto por huella y tabica de mármol, similar al existente; recibido con mortero de similares características al empleado en la colocación del solado de mármol de las zanjas. Estará totalmente terminado con canto redondeado. Con respecto al umbral de las capillas, compuesto de huella y tabica de piedra similar a la desmontada, recuperada en su caso, será asentada y tomada con mortero, con su correspondiente rejuntado y limpieza de las piezas.

En la zona del carrerón se deberá realizar un repaso del solado, procediendo al levantado de aquellas piezas en mal estado, recuperando las mismas para su posterior colocación.

En cuanto a los tratamientos finales del pavimento, deberemos distinguir, en cada caso el tipo de material que lo constituye; así se efectuará un pulido y abrillantado del mármol situado en la nave central, transepto y altar mayor, encerado del pavimento de barro cocido dispuesto en el suelo del coro y en el peldañeado de los púlpitos, comprendiendo un lavado abundante con ácido acético disuelto en agua dejando secar y limpiando con cepillo de raíces, una limpieza de salitre e incrustaciones para concluir con el encerado, propiamente dicho, con cera natural de abeja aplicada a dos manos, según indicaciones de la D.F. Por último, en las capillas laterales, se efectuará la limpieza del solado de sillería, debido a su estado de conservación regular, mediante la proyección en seco de chorro abrasivo (silicato de aluminio) a baja presión, sistema microstrip, controlada mediante boquillas recambiables y regulables, modificando la presión y el diámetro de las boquillas, en función de la naturaleza y las condiciones de la superficie a limpiar. En caso de que fuera necesario, se realizarán pruebas previas para ajustar los parámetros de la limpieza y evitar daños en los materiales, se retirarán aquellos elementos susceptibles de desprenderse del soporte.

    6. Cantería.

Los trabajos de cantería se centrarán en la reconstrucción de la cornisa de la Epístola en piedra arenisca de características similares a la existente, ejecutada mediante la talla de la pieza escuadrada de sección igual a la de la cornisa del resto de la iglesia, incluyendo los correspondientes sistemas de anclaje o sujeción.

Se recolocarán elementos recuperados y se recompondrán las piezas, según indique la D.F., deterioradas con mortero de restauración de tipo “new Stone” o similar para conseguir las volumetrías iniciales.

Será también objeto de los trabajos la eliminación de revestimiento de yesos y pinturas de los arcos, alcanzando el soporte original para dejarlo visto. Se procederá, en su caso, al rejunteo, pequeñas reintegraciones de aristas, mediante medios manuales.

Tras efectuar estos trabajos, se realizarán un tratamiento mediante patinado y protección final mediante el empleo de hidróxido de cal con cargas de pigmentos minerales, para la entonación final del conjunto que se efectuará en cuatro manos sucesivas.

Finalmente, se restaurarán las basas y el tablero del altar, en mármol, de las mismas características que el existente.

7. Estructuras.

Se ejecutará en este caso una estructura de atado bidireccional de contrafuertes en las habitaciones situadas en la planta superior, colindantes a los altares laterales del crucero, consistente en: apertura de una roza mechinal para la colocación de un perfil metálico, que a su vez irá anclado con taladros y resinas epoxi a las fábricas existentes. Sobre ese perfil perimetral se anclará un entramado bidireccional de vigas metálicas en ambas direcciones sobre el cual se colocará un forjado de chapa colaborante, con su correspondiente armado y chapa de comprensión.

Se deberá también intervenir en el falso techo de la escalera de acceso al Camarín del lado de la Epístola, procediendo a su demolición y reposició

8. Fachada.

De acuerdo al estado de deterioro que presenta la fachada se consideran necesarias las siguientes intervenciones:

1) Restauración y reintegración «in situ» con morteros de restauración «new stone» y resina epoxi en color y textura similar al existente, sujeto con varillas de fibra de vidrio, ejecución de moldes de silicona y contramoldes con resina de

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