Visita a Bucarest. «Le petit Paris».
La capital de Rumania es una ciudad triste y misteriosa pero que esconde mucha historia y gran arquitectura.
Bucarest tiene un halo de misterio desde su fundación, ya que no sé sabe a ciencia cierta cuando se asentó la población en este territorio. Se dice que podría estar vinculada con el palacio de Vlad Tepes, Curtea Veche, en 1459.
La principal atracción de la capital de Rumania son sus lugares históricos y su arquitectura. En ellos destaca el gran Palacio del Parlamento, originalmente conocido como la Casa del Pueblo. Su nombre cambió tras la caída de la dictadura comunista.
Imponente también es el Arco del Triunfo que mandó construir el rey Fernando I, a imagen y semejanza del de París, a conmemoración por la victoria de su ejército en la Primera Guerra Mundial y la unificación de Transilvania.
Las transformaciones urbanas que han ocurrido en las últimas épocas en Rumania han dejado huellas muy profundas en las estructuras de las ciudades. Este fenómeno ha sido propio de la mayoría de las grandes ciudades del país, pero Bucarest se considera ser el caso más especial.
PERFIL HISTÓRICO
Biograficamente Bucarest surge estratégicamente situada entre Oriente y Occidente. Ha crecido y se ha desarrollado gracias a su favorable situación en el centro de varias rutas comerciales transcontinentales y a la consiguiente influencia de distintas culturas regionales, convirtiéndose en el centro urbano más altamente poblado del sudeste de Europa. Bucarest aparece por primera vez en un escrito del 20 de septiembre de 1459, firmado por Vlad Tepeș Dracul, en el que se la define como una feria (târg). Más tarde, en 1659, bajo el gobierno del príncipe Gheorghe Ghica, Bucarest se convirtió en la capital de Valaquia y en 1862 pasó a ser la capital de Rumania, tras la unión de los principados de Valaquia y Moldavia.
Bucarest nació y se desarrolló en las orillas del río Dâmbovița y su afluente Colentina, una de las numerosas corrientes de agua que atraviesan la llanura válaca para surtir al Danubio. El lugar donde se levanta la ciudad fue antaño un terreno llano plagado de lagos, prados y humedales, irregularmente dividido entre las grandes propiedades de los boyardos y estructurado en numerosas parroquias de formas y tamaños distintos. Más allá de los palacios de los boyardos, las parroquias constituían los elementos ordenadores de la ciudad, núcleos centrales aislados que formaban la inconexa base de la composición urbana y a partir de los cuales convergían las calles y se ordenaban las propiedades. Debido a la prohibición turca de fortificar las ciudades rumanas, Bucarest creció sin límites físicos, combinando zonas de alta densidad urbana en los alrededores de las ruinas de la Corte Principesca, junto al Dâmbovița, con áreas rurales en la periferia, débilmente integradas y estructuradas, y prácticamente sin lugares de residencia propios del poder político, económico o cultural, lo que en ocasiones ha provocado que la Bucarest de entonces fuese definida como una ciudad-pueblo.
Con la unificación de los Principados en 1859, uno de los primeros objetivos de la recién nombrada capital de Rumania fue construir nuevas instituciones públicas y espacios colectivos. La transición de la ciudad-pueblo a la capital europea se produjo de la mano de arquitectos franceses, por lo que Bucarest adoptó el estilo de la École de Beaux Arts de París en el diseño de sus nuevas avenidas, parques públicos, edificios político-administrativos y monumentos.
Inspirada en el plan de renovación de París llevado a cabo por el Barón Haussmann, de esta época destaca la construcción de los grandes bulevares que vertebrarían la ciudad: en el eje norte-sur, el Bulevar Kisselef (1865), que marcaría la urbanización del norte de la ciudad y que debía extenderse hacia el sur uniéndose con la popular Calea Victoriei, y los Bulevares Colței y Lascar Catargiu (1888), que aligeraron la intensa circulación del eje Kisselef-Victoriei mediante una nueva arteria mucho más amplia; por otra parte, el eje este-oeste incluía los bulevares de la Academia, de Regina Elisabeta y de Carol I, construidos entre 1865 y 1880.
Precisamente, con este plan de desarrollo urbano, Calea Victoriei consolidó su posición como calle noble de la ciudad, convirtiéndose en el lugar central de sus nuevas funciones cívicas y nacionales de Bucarest. De este modo, se construyeron edificios públicos y comerciales, los más prestigiosos hoteles de la ciudad, así como el Palacio Real , el Ateneo Rumano y la Fundación-Biblioteca Carol I, tres de los edificios más emblemáticos de la capital.
Otra de las grandes obras que permitió evitar las endémicas y en ocasiones muy destructivas inundaciones que sufría Bucarest fue la represa de las aguas del río Dâmbovița (1880 – 1883). Los trabajos que se desarrollaron permitieron también una mayor regularización del río, la desaparición de islas pre-existentes y de los brazos del río, así como su uso como lugar de drenaje de aguas residuales.
NUESTRA VISITA
Nos ha sorprendido la arquitectura de esta capital del este de Europa. La arquitectura del centro de la ciudad y sobretodo su concepción urbanística nos recuerda el esfuerzo por la creación de grandes macro estructuras que evocan las grandes ciudades europeas, especialmente Paris. Al igual que esta, cuenta con edificios de gusto refinado y elegante y grandes avenidas y bulevares que comunican todos los puntos importantes de la ciudad.
Los edificios históricos son de gran importancia, pudiendose encontrar arquitecturas de diferentes estilos y épocas. Es lamentable que un centro histórico de tanta categoría monumental se encuentre tan mal conservado.
Sin duda, es una cuenta pendiente de la arquitectura hacer una profunda inversión en la rehabilitación de esta bella ciudad. Intervenir pronto e implantar mecanismos que doten a la cuidad de criterios de eficiencia y sostenibilidad ambiental.
Mientras tanto NC_Arquitectura se encuentra inmerso en el proyecto residencial situado en el Area 1 de Bucarest, zona de Herestrau, junto al lago llamado con el mismo nombre.
Edificio de oficinas L.S.G Head




